La detección temprana a través de exámenes visuales permite al óptico-optometrista ofrecer las soluciones adecuadas y ayuda a reducir los casos de fracaso escolar por mal rendimiento visual
El inicio del curso escolar está marcado por la incertidumbre en todas las etapas académicas. La situación sanitaria provocada por la pandemia de coronavirus impide por el momento saber si millones de estudiantes van a poder asistir a clase de forma regular o si por el contrario habrá que optar por métodos telemáticos.
No obstante, independientemente de la fórmula que se lleve a cabo por las autoridades educativas, lo que sigue siendo necesario para que los estudiantes afronten de nuevo el curso con garantías es que tengan su visión al máximo rendimiento.
De hecho, este año la visita al óptico-optometrista es más necesaria que nunca. Después de más de tres meses de confinamiento y el mismo tiempo de vacaciones, niños y adolescentes deben revisar su visión. “El óptico-optometrista evaluará las habilidades visuales de los estudiantes para determinar si existe alguna alteración visual que pueda afectar a su desarrollo académico”, señala Andrés Gené, presidente del Colegio de Ópticos-Optometristas de la Comunitat Valenciana (COOCV).
CONSECUENCIAS DEL CONFINAMIENTO
El confinamiento decretado como consecuencia de la alerta sanitaria provocó un cambio radical en nuestras rutinas diarias que ha afectado a la salud visual de toda la población, en especial de los más pequeños y de los adolescentes.
La eliminación casi en su totalidad de las actividades al aire libre y el aumento de la utilización de pantallas electrónicas tanto para el entretenimiento, como para la formación académica, ha afectado especialmente a los niños, que todavía tienen su sistema visual en pleno desarrollo. “Todavía falta analizar el alcance total del confinamiento a nivel visual, pero es muy probable que se haya producido un aumento importante de los casos de visión borrosa en niños y adolescentes”, explica Andrés Gené. En este sentido, el año pasado se estimaba que alrededor de un 25% de los alumnos afrontaba la vuelta a las aulas con un problema visual no diagnosticado, una cifra que con seguridad habrá crecido en los últimos meses.
Ante esta situación extraordinaria, un completo análisis visual permitirá que el óptico-optometrista no solo compruebe la agudeza visual en ambos ojos, y si necesita la compensación de algún defecto refractivo, también valorará el correcto funcionamiento del sistema acomodativo, vergencial y de los movimientos oculares, aspectos fundamentales que pueden afectar al rendimiento académico.
CONSEJOS ANTE UN NUEVO CONFINAMIENTO
La evolución actual de la pandemia no permite por el momento descartar la posibilidad de un nuevo confinamiento de toda la población o la suspensión de las clases presenciales en colegios, institutos y universidades. De producirse cualquiera de estas dos situaciones, la utilización de ordenadores y tabletas para asistir a clase volvería a ser necesaria para desarrollar el curso escolar.
Por este motivo, el COOCV ha elaborado un decálogo para el buen uso de las pantallas electrónicas para estudiantes.
En el caso de los niños se recomienda que:
- Cada 40 minutos frente a una pantalla descansar 10 y mirar a lo lejos desde una ventana.
- La distancia mínima entre los ojos y la pantalla debe ser de entre 40 y 50 centímetros.
- El mobiliario utilizado debe ser el adecuado para desarrollar esta actividad. La mesa debe poder inclinarse entre 20 y 30 grados, y la silla debe permitir mantener la espalda completamente recta y que los pies se apoyen en el suelo sin cruzarlos.
- La estancia debe estar ventilada y recibir luz natural, evitando los reflejos en la pantalla y las sombras.
- Por último, es fundamental descansar las horas necesarias y llevar una nutrición adecuada.
QUÉ PUEDE HACER EL ÓPTICO-OPTOMETRISTA POR TU VISIÓN
En la actualidad, las alteraciones visuales más habituales en niños y adolescentes son los defectos refractivos, principalmente la miopía, y en menor medida la hipermetropía. Además, un exhaustivo examen visual permite al óptico-optometrista detectar alteraciones en el sistema acomodativo, en los movimientos oculares, en la visión binocular o excesos de convergencia o divergencia. En definitiva, problemas visuales que afectan al correcto desarrollo académico y que de no detectarse pueden derivar en fracaso escolar.
Sin embargo, con una detección temprana el óptico-optometrista puede ofrecer diferentes soluciones para tratar con éxito estas alteraciones visuales. Además de las correcciones ópticas, gafas o lentes de contacto, en determinadas ocasiones es necesaria la terapia visual. En estos casos, a través de la realización de ejercicios visuales, respaldados por la evidencia científica, el óptico-optometrista puede optimizar y potenciar las habilidades y capacidades del sistema visual del niño.
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